11 mar 2018

LA ESCUELA EN LAS MASADAS DE EJULVE

"EXPERIENCIAS ESCOLARES EN LAS MASÍAS DE EJULVE EN LOS AÑOS 30 Y 40 DEL PASADO SIGLO". Comunicación presentada en el "Coloquio: mases y masoveros, pasado, presente y futuro". Molinos (Teruel) 22, 23 y 24 de octubre de 2004.HERNÁNDEZ SESÉ, Ángel (coordinador: "Mases y Masoveros" CEDDAR,Zaragoza 200 (págs.227-241).


Presentación.

Si bien es cierto que la investigación histórica en nuestros pueblos se ve enormemente dificultada como consecuencia de la escasez o por la ausencia casi total de documentación original, hay numerosos aspectos relacionados con el pasado más inmediato a los cuales podemos acercarnos recogiendo los testimonios y las experiencias personales de nuestros convecinos: hombres y mujeres mayores son la memoria viva de un pasado que, aunque no muy lejano, nos recuerda los modos, hábitos y relaciones de una sociedad tradicional hoy ya desaparecida totalmente en nuestras comarcas. La presente comunicación es el resultado de una recopilación de varios testimonios orales de un grupo de personas afincadas en Ejulve, quienes nos explicaron, hace ya algunos años, recuerdos de su niñez que abarcaban aspectos muy diversos de la historia ejulvina entre los años veinte y cincuenta del pasado sigloi.

El amplio término municipal de Ejulve de aproximadamente unas 11.000 has. de superficie se halla situado, en su mayor parte, por encima de los 1.000 metros de altitud y está surcado por numerosas vales que es donde se sitúan las tierras cultivables que escasamente superan el 10 % del términoii. De la parte baja del núcleo urbano sale el denominado “Camino de las Masías” que comunica la villa con una treintena de masías situadas, la mayor parte de ellas, en la mitad sur de su territorio hasta los límites con los municipios vecinos de Montoro, Villarluengo y Las Cuevas. Desde la Edad Media en que se instauró este modelo de repoblación en toda nuestra comarcaiii hasta tan sólo hace unas décadas, numerosas familias obtuvieron su sustento en estas explotaciones agrícolas y ganaderas donde se desarrollaron unas formas de vida peculiares que diferenciaban entre sí a los habitantes de la villa y los masoveros.

Muchos son los aspectos de la vida cotidiana de los masoveros que hoy desconocemos por los cambios sufridos durante la segunda mitad del pasado siglo y que han trastocado de una forma irreversible aquella organización sociofamiliar: la relación con sus vecinos más próximos, sus historias, el ritmo natural de su trabajo diario, su propia visión de los acontecimientos ocurridos en el pueblo, la endogamia entre familias de diferentes masías, la relación entre los propietarios y los medieros,. …

La experiencia a la cual nos referimos en esta comunicación tuvo lugar en las masías de Ejulve entre los años 30 y 40 del pasado siglo y es recordada con cariño y nostalgia por quienes la vivieron directamente. Se organizó y se llevó a cabo de una forma autónoma por la voluntad de los masoveros que -desmintiendo, una vez más, una cierta idea de insolidaridad e individualismo- fueron capaces de organizar una escuela para la población infantil de las masíasiv, facilitando su acceso a la cultura escrita en un entorno aislado, superando la fatídica condena al analfabetismo al que estaban destinados, pues la distancia a la villa (a unas tres horas de promedio) no les permitía la asistencia diaria a la escuela local.

Mediada la década de los 30 (las fechas de inicio son muy confusas pero estarían situadas hacia 1934), los niños y niñas que vivían diseminados por las masías de Ejulve tuvieron la posibilidad de asistir a clase al margen de la escuela oficial que había en la villav. La experiencia fue interrumpida, como tantas otras, por el estallido de la guerra civil y tras el conflicto se reinició de nuevo hasta que las autoridades civiles y militares, en su lucha para erradicar la constate presencia del maquis en estos territorios, hicieron cerrar las masías en 1947 y trasladarse a los masoveros a la villavi, momento en que aprovecharon varias familias para afincarse definitivamente en el núcleo urbano o, simplemente, tras cerrar la casa emprendieron el camino, sin retorno, de la emigración.

Los alumnos.

Un estudio del padrón de habitantes de Ejulve, fechado en diciembre de 1938, sobre datos de 1937, elaborado por las nuevas autoridades locales franquistasvii nos sirve para conocer las diferentes características de la población residente y también, de forma detallada, la de los habitantes que residían dispersos en las 29 masías censadasviii,.

Para aproximarnos con una cierta fiabilidad, al número de niños que pudieron hacer uso de la escuela y su nivel de instrucción, hemos contabilizado los habitantes en las masías entre 5 y 16 años y hemos analizado las anotaciones que figuran sobre si saben leer y escribir (ver Cuadro 1, al final del texto) y su ocupación. Como resumen podemos destacar los siguientes aspectos:
  • En las 29 fichas correspondientes a otras tantas masías, figuran los datos de 49 niños y niñas comprendidos entre los 5 y los 16 años.
  • De estos 49 referidos, son 34 los que declaran saber leer y escribir, sumados los otros cinco, de diferentes edades que, a pesar de manifestar que no saben leer ni escribir, declaran sus padres que “van a la escuela” el nivel de escolarización en esta franja de edad abarca a un 80 %, de los inscritos en el censo.
  • Descontando los que ya han cumplido los 14 años que ya se han incorporado plenamente al sistema productivo de la casa como "pastores" o "labradores", la población escolar potencial (entre 5 y 13 años cumplidos) se eleva a un total de 35 niños y niñas.
  • A los 35 mencionados hay que restar los cuatro que viven alejados, en la masada de El Cabezano, situada hacia el límite con el término de Las Cuevas, que manifiestan no saber leer ni escribir y dos casos, con 12 años, que tienen ocupación principal “sus labores” y “labrador”.
  • Por último, cinco fichas corresponden a otros tantos niños y niñas que residen en masías alejadas del denominado “territorio de las Masías”: Azcón, en el límite con el término Molinos, cuyos niños asistían a la escuela de la villa y El Peirón y El Cerro en el camino y límite con los términos de Montoro y Aliaga .
Concluyendo, podemos fijar, aproximadamente, en unos 24 el número mínimo de alumnos que, potencialmente, asistirían a las clases organizadas en las masías de Ejulve, en el corte estadístico e 1938-39. Somos conscientes que se trata de una estimación y que su número pudo ser variable de unos años a otros, pero no debe tratarse de una cifra muy alejada de la realidad pues en las apreciaciones de las alumnas entrevistadas siempre nos han hablado de un número que superaba ampliamente la veintena.

Los maestros.

Parece ser que la primera persona que impartió clases fue Dª Mariana, en la masada de “El Galán", por el año 1934, de quien las personas entrevistadas no tienen recuerdos por ser demasiado jóvenes y no haber asistido a la escuela en aquella época. Posteriormente siguió dando clases en la masada de “Los Baciones de Arriba” D. Manuel, el tío Cerezas, apodo con el que se le conocía en Ejulve, quien había recorrido diferentes masías buscando ocupación, como nos dice una de la personas entrevistadas, ...ya fuese de pastor o jornalero y viendo que sabía letra y tenía capacidad lo convencieron para que se quedase a dar clase a los hijos de los masoveros que voluntariamente quisiéramos ir a la escuela. El citado D. Manuel cobraba una cantidad en metálico –ninguna de las personas entrevistados recuerda el importe-, le proporcionaban manutención diaria y habitación en una de las masías. El tío Cerezas es calificado por quienes fueron sus alumnos como un hombre bueno y amable, que enseñaba mucho, pero muy severo en cuanto a la disciplina escolar con el grupo de alumnos “...aunque no castigaba mucho, si nos portábamos mal o enredábamos durante la clase, solía perderse algún cachete que otro”, también coinciden en señalar que tenía arranques de brusquedad cuando le hacían enfadar “...normalmente por no hacer bien las tareas o por despistarnos durante las explicaciones que nos daba en las clases,.. éramos unos críos y teníamos ganas de jugar cuando estábamos juntos”; por el contrario también recuerdan cómo les preparaba, por sorpresa, un suculento y consistente “:..ajo-arriero con el que nos untaba unas buenas rebanadas de pan que nos comíamos durante los recreos que hacíamos en la era”.

La vida cotidiana, hasta en sus mínimas manifestaciones, quedó afectada por el inicio de la Guerra Civil que estalló en plenas vacaciones escolaresix. Cuando en septiembre de 1936, el Comité local, de tendencia cenetista, se propuso organizar la escuela en la villa, para iniciar el nuevo curso escolar, varios de sus miembros le ofrecieron a D. Manuel la posibilidad de hacerse cargo de una de las clases pero, asustado por los brutales acontecimientos en que se vio envuelta la vida de los ejulvinos durante aquellos mesesx, decidió marcharse de Ejulve sin que diese señales de vida ni volviese a aparecer por el pueblo.

Una vez terminado el conflictoxi, se fue normalizando lentamente la recuperación de los servicios básicos y la escuela de la villa volvió a activarse con el nombramiento y la progresiva incorporación de nuevos maestrosxii. Esta recuperación de la actividad educativa también llegó a las masías cuyas familias quisieron organizar de nuevo la “escuela” que habían tenido antes de la Guerra.

Le encargaron el cometido a Dª Isabel Sobrevillaxiii, quien –según comentan las personas entrevistadas- no había podido acabar la carrera de Magisterio como consecuencia de la Guerra, aunque en ningún momento mencionan fuese como consecuencia de algún tipo de represalia o depuración política de las que tan directamente se vio afectado el cuerpo de Maestros . Doña Isabel , a quien recuerdan sus alumnos con un enorme cariño, era “...joven, con paciencia, con mucha vocación y muchas ganas de enseñarnos todo lo que podían aprender en la escuela del pueblo ” en la actualidad reside en Alcañiz y muy amablemente nos ha resumido diferentes aspectos relacionados con su experiencia profesional en las masías de Ejulve a lo largo de cuatro cursos escolares:

“En el 42 me ofrecieron dar clases en las masías, donde estuve 4 temporadas. Yo daba clases en los “Baciones de Arriba” donde vivía la familia Porcar con 6 hijos. El número de alumnos era de 30 a 35, la paga era solamente de 15 Ptas. cada uno, pero la comida no me faltaba, porque las masías me daban patatas, pan, etc. Y sobretodo matacía de sus cerdos (sobrante para todo el verano) de cada año.

Al finalizar el año 46, tuve que dejar las clases de las masías, pues los chicos se hicieron mayores, y ya no podían asistir a clase por la edad. Las clases que yo impartía eran dictados, problemas, lectura , lecciones de la Enciclopedia Dalmau Carles, etc.”

Los alumnos de entonces nos explicaron que las clases finalizaron cuando las masías tuvieron que abandonarse para evitar los aprovisionamientos y refugio de los maquis, aunque también es posible que, como dice Dª Isabel, ya no había alumnos en edad escolar y la maestra se trasladó a la capital bajoaragonesa (Alcañiz) donde contrajo matrimonio y regentó durante décadas un comercio textil en una céntrica calle de la localidad.

Organización y contenidos.

Los alumnos de entoncesxiv recuerdan con especial agrado sus tiempos escolares. Nos cuentan cómo acudían los niños desde las diferentes masías: ...de La Solana, Las Monjas, Valdespada,... ¡hasta desde las masías situadas junto al puente del Vado subían a las clases!, íbamos andando, juntándonos por el camino y algunos teníamos que andar una hora o más hasta la masada donde se hiciera la clase. Solo si había nieve o llovía mucho dejábamos de acudir a la escuela.

Las clases se impartieron primero en El Galán y posteriormente en Los Baciones, aunque también se debieron dar clases en La Solana de Arriba, donde en una de las viviendas, según cuenta una de las alumnas entrevistadas, … había una pizarra pintada sobre una de las paredes del patio de la entrada, que era muy ancho.

Al igual que en la escuela ordinaria de la villa, los alumnos estaban organizados en dos grupos de edades, con la salvedad que mientras en la escuela del pueblo –nos dicen con una pícara sonrisa en los ojos – “...los chicos y las chicas iban separados a dos escuelas diferentes, en las masías íbamos todos juntos. La necesidad y el pragmatismo nos enseña que en las masías de Ejulve, en plena posguerra, la educación era mixta, avanzándose en varias décadas a su generalización en el resto del Estado.

Los pequeños - entre 6 y 10 años aproximadamente- iban a la escuela durante las horas del día. El trabajo más importante era el de aprender a leer y a escribir “...los más mayores ayudaban también al maestro para enseñarnos a leer a los más pequeños con unas cartillas que teníamos en la clase, allí había también pizarrines y unos “clariones” para escribir y copiar las letras y las palabras. Recuerdan también que se llevaban merienda de casa “...un trozo de pan con algo de conserva , magra, nueces alguna higa, o cualquier cosa que nos apañaba la madre y al mediodía salíamos a comer a la era de la masada” donde recibían las clases. Momento de recreo y asueto en que, olvidándose de las tareas escolares, aprovechaban para jugar en grupo, “a pillar, al escondite, a las tabas, a “jarrabentines”....

El grupo de los mayores - de 11 a 14 años- iba a clase por la tarde , después de haber soltado los corderos o acabada cualquier otra de las múltiples y diversas tareas que realizaban cotidianamente en su masada. Empezaban la clase por la tarde y regresaban a su casa bien entrada la noche cuando hacía buen tiempo. Los alumnos y alumnas recuerdan momentos divertidos gracias a las ocurrencias de los más atrevidos y también momentos de pánico “...por las historias de miedo,.. sobre los maquis, o sobre cualquier otra cosa que nos explicaban los más mayores, cuando volvíamos a casa una vez que ya había anochecido ”.

En cuanto a los conocimientos que impartían los maestros-masoveros respondían al temario tradicional de la época y abarcaban las diferentes asignaturas: Aritmética, Lenguaje, Geografía, Historia de España, Historia Sagrada... Nada tenían que envidiar a los alumnos que iban a la escuela de la villa, ni en cuanto a los contenidos ni en cuanto a la metodología empleada en la instrucción escolar: ”...estudiábamos con aquellas enciclopedias que nos pasábamos de un hermano a otro o aprovechábamos la de un vecino o familiar, porque no era como ahora, nuestros padres tenían pocos medios..., eran unos libros que tenían todas las lecciones y que teníamos que aprendernos de memoria. No obstante estos niños y niñas masoveros estaban obligados a asistir varios meses a la escuela del pueblo con las maestras y maestros titulares “cuando nos teníamos que preparar para recibir la Primera Comunión y teníamos que aprender todas las oraciones, el Credo, el Yo Pecador,... todo el catecismo y aprender a rezar el rosario”. Como es sabido, la enseñanza de la doctrina cristiana impregnó y fundamentó el sistema educativo del nuevo régimen franquista de cuya influencia no podían escapar, evidentemente, los niños y niñas escolarizados en las masías.

Un cierto aire de superioridad que, en general, mostraban los residentes en la villa hacia los masoveros también se reproducía de forma acentuada en las relaciones infantiles, y esto es algo que las personas entrevistadas no han olvidado a pesar de los años transcurridos: una alumna de aquella época nos explicó cómo se sabía el catecismo de 114 páginas de memoria: “fui capaz de contestar de memoria a todas las preguntas que me hizo Mosén Adolfo xv, pues me molestaron mucho los comentarios de las otras chicas del pueblo que se reían de nosotras y parecían despreciar lo que podíamos saber "las masoveras"”. Esta misma alumna, nos comentó –con cierto pesar- que se sintió humillada durante los dos meses que asistió a la escuela en el pueblo, ya que los pasó "..haciendo todos los días la “ muestra” que me ponía la maestra, sin aprender nada más, y las otras se reían de mí y puede que supiese más que ellas pues a mí la escuela se me daba muy bien "; parece ser que nadie quiso tener en cuenta todos los conocimientos que había adquirido previamente en las clases impartidas por Dª Isabel en la escuela de las masías.

El curso escolar, se adaptaba al calendario que marcaba el ritmo laboral de la masías: comenzaba, aproximadamente, en septiembre a los inicios del otoño y podía acabar pasado el mes de abril o a mitad de mayo, cuando las faenas del campo hacía imprescindible la ayuda de aquellos muchachos y muchachas a sus respectivas familias, pues no hemos de olvidar que en la explotación de una masada todos los componentes de la familia desarrollaban unas funciones claramente definidas y totalmente necesarias para su sostenimiento.

*****
Sin profundizar demasiado y sin pretensiones de exclusividad una comparación generacional entre los habitantes de las masías de Ejulve muestra a las claras la validez de la experiencia por los resultados obtenidos: si un 80 % de niños y niñas masoveros entre 5 y 13 años estaban escolarizados, según los datos aportados en el padrón estudiado, las generaciones anteriores (mayores de 16 años) alcanzaban tan sólo un 43 % de escolarización.

Han pasado muchos años desde que estas personas asistían a la escuela cerca de sus masías. Recuerdan con añoranza aquellos años, la vida con su familia en un entorno que hoy les cuesta reconocer: casas abandonadas y ruinas en muchos casos, campos yermos, pastizales llenos de zarzas y aliagas, plantaciones de pinos que hacen extraño el paisaje,.... Para ellos, lo que hemos contado hoy supuso la única experiencia escolar de sus vidas, de la cual se muestran muy agradecidos y orgullosos, ya que aquellos conocimientos escolares, aprendidos en su entorno natural más inmediato, les han ayudado a la hora de desenvolverse a lo largo de su vida cotidiana en un entorno urbano –en muchos casos- pudiendo afrontar en mejores condiciones los retos de una sociedad que superó muy tardíamente un analfabetismo crónico, más acentuado aún en las zonas rurales de nuestro país. Se muestran también agradecidos a sus padres “...por haber sido capaces de organizar la escuela y también a los maestros que en unas condiciones muy malas, hicieron todo lo que pudieron por enseñarnos lo que necesitábamos para salir adelante”.
 
CUADRO Nº 1: POBLACIÓN EN EDAD ESCOLAR (5 A 16 AÑOS) EN LAS MASÍAS DE EJULVE SEGÚN EL PADRÓN DE HABITANTES DE 1938

MASÍA

APELLIDOS

NOMBRE

SEXO
EDAD
LEER
ESCRIBIR
OCUPACIÓN
La Solana,nº 1 MILLÁN PASCUAL Joaquín
V
15
s
s

La Solana,nº 5 PASCUAL PASCUAL Venerada
H
5
n
n

L a Solana BETES ORTIN Pilar
H
9



L a Solana
BETES ORTIN
Vicenta
H
12
s
s

L a Solana
BETES ORTIN
Carmen
H
15
s
s

La Solana,nº 8 PASCUAL MILLÁN Lina
H
10
s
s

La Solana,nº 8 PASCUAL MILLÁN Joaquín
V
12
s
s
labrador
La Solana,nº 8 PASCUAL MILLÁN Cristóbal
V
15
s
s
labrador
La Solana,nº 8 PASCUAL MILLÁN Isidro
V
16
s
s
labrador
La Solana,nº 10 MOLINA RUBIO Matías
V
16
s
s
labrador
Azcón GASCÓN PASCUAL
Armelinda
H
6
s
s
va a la escuela
Azcón GASCÓN PASCUAL Leoncio
V
10
s
s
va a la escuela
El Galán MARTÍ BUJ Palmira
H
10
n
n
va a la escuela
El Galán MARTÍ BUJ José
V
8
n
n
va a la escuela
Los Frailes
No hay residentes en edad escolar
Barrancos GALINDO PALOMO
Crictobalina
H
14
s
s
sus labores
Barrancos GALINDO PALOMO Emilio
V
9
s
s
va a la escuela
Pecino
No hay residentes en edad escolar
Chulilla
No hay residentes en edad escolar
Peiron PASCUAL ESCORIHUELA Pabla
H
8
s
s
va a la escuela
Peiron SANGÜESA GRACIA
Isabel
H
13
s
s

Val de Espada BENITO ESCUIN Pascuala
H
6
n
n
va a la escuela
Val de Espada BENITO ESCUIN Victoria
H
9
s
s
va a la escuela
Los Baciones PORCAR CARCELLER
Miguela
H
12
s
s
va a la escuela
Los Baciones PORCAR CARCELLER Silvano
V
7
n
n
va a la escuela
Los Baciones PORCAR CARCELLER
José
V
9
s
s
va a la escuela
Los Baciones PORCAR CARCELLER
Rafael
V
14
s
s
labrador
Val Redonda (1)
No hay residentes en edad escolar
Val Redonda (2) ORTÍN BENITO
Patrocinio
H
7
s
s
va a la escuela
Val Redonda (2) ORTÍN BENITO
Carmen
H
8
s
s
va a la escuela
Val Redonda (3)
No hay residentes en edad escolar
Los Chiquicos AGUILAR BALFAGÓN Palmira
H
12
n
n

Los Ordiales BENITO PALOMO Joseina
H
6
s
s
va a la escuela
Los Ordiales BENITO PALOMO
Plácida
H
8
s
s
va a la escuela
Masía Pocico LECHA ORTÍN
María
H
9
s
s
va a la escuela
Masía Capilla PASCUAL ORTÍN
Natividad
H
14
s
s
sus labores
La Viuda ORTÍN GALVE Josefa
H
11
s
s
va a la escuela
La Viuda ORTÍN GALVE
Emilio
V
9
s
s
va a la escuela
La Viuda ORTÍN GALVE
José
V
13
s
s
pastor
La Viuda ORTÍN GALVE Martín
V
15
s
s
labrador
La Viuda ORTÍN GALVE Julio
V
16
s
s
labrador
Los Baciones (2) BETÉS SANGÜESA Joaquina
H
8
n
n
va a la escuela
Los Baciones (2) BETÉS SANGÜESA
Carmen
H
10
n
n
va a la escuela
Los Baciones (2) BETÉS SANGÜESA
María
H
12
s
s
sus labores
Los Baciones (2) BETÉS SANGÜESA Ascensión
H
16
s
s
sus labores
Los Baciones (2) BETÉS SANGÜESA Manuel
V
6
n
n

El Cerro SANGÜESA BETÉS Lourdes
H
11
s
s
va a la escuela
El Cerro SANGÜESA BETÉS Adoración
H
12
s
s
va a la escuela
El Cerro SANGÜESA BETÉS
Julio
V
16
s
s
labrador
Las Monjas
No hay residentes en edad escolar
Burriel
No hay residentes en edad escolar
Cabezano GASCÓN BERNAT
Carmen
H
7
n
n

Cabezano GASCÓN BERNAT Ascensión
H
9
n
n

Cabezano GASCÓN BERNAT José
V
5
n
n

Cabezano GASCÓN BERNAT Pedro Antonio
V
10
n
n

Los Baciones
No hay residentes en edad escolar
Val de la Sabina GARCIA FECED Domingo
V
16
n
n
pastor


CUADRO Nº 2: RELACIÓN DE LAS 29 MASÍAS RECOGIDAS EN EL PADRÓN DE 1938 CON EL Nº DE HABITANTES Y LOS NIÑOS ENTRE 5 Y 16 AÑOS)

Nº HOJA

MASÍA

Nº HAB.
5-16 AÑOS
202
Azcón
5
2
230
Baciones de Arriba, (Los)
2
0
211
Baciones, (Los)
7
4
220
Baciones, (Los) (2)
10
5
205
Barrancos, (Los)
7
2
223
Burriel
5
0
229
Cabezano, (El)
8
4
218
Capilla
7
1
221
Cerro, (El)
8
3
215
Chiquicos, (Los)
5
1
208
Chulilla
7
0
204
Frailes, (Los)
4
0
203
Galán, (El)
9
2
222
Monjas, (Las)
4
0
216
Ordiales, (Los)
7
2
206
Pecino, (El)
4
0
209
Peiron, (El)
7
2
217
Pocico, (El)
3
1
200
Solana, (La)
7
3
198
Solana, (La) nº 1
3
1
201
Solana, (La) nº 10
3
1
199
Solana, (La) nº 5
6
1
200
Solana, (La) nº 8
7
4
210
Val de Espada
7
2
233
Val de la Sabina
6
1
212
Val Redonda (1)
3
0
213
Val Redonda (2)
4
2
214
Val Redonda (3)
3
0
219
Viuda, (La)
6
5



164
49


NOTAS:
i Una parte de estos testimonios fueron recogidos en la publicación de la Asociación para el Desarrollo del Somontano Turolense en una sección llamada “La memoria de nuestros abuelos”, la primera titulada Coplas con motivo de la fiesta de la luz .... sobre la llegada del alumbrado eléctrico el 27 de septiembre de 1923 en ALBADA, nº 2, agosto de 1999, la segunda sobre La fiesta de San Antón en ALBADA, nº 3, diciembre de 1999 y la tercera “La enseñanza en las masías de Ejulve” en ALBADA, nº 4. Agosto 2000 donde se recogía un resumen de la presente comunicación
Datos obtenidos de La comarca de Utrillas-Montalbán. Serie de Estudios Monográficos, 2. Publicados por la Caja de Ahorros Zaragoza, Aragón y Rioja en 1980.

iii En los testamentos del matrimonio de Miguel Górriz y su mujer, Magdalena, (1357-1360) dejaron un legado de más de 2.000 sdos., varios cahíces de trigo, ganado lanar, colmenas de ovejas, varios campos y sendos censos sobre dos masías una en Tronchón y la otra en Ejulve, con casas azafranales, viñas, campos y huertos. A.H.N. Sección Clero, caja 2918, pergamino 6.
No se trata de una experiencia única ya que nos consta que en otras poblaciones cercanas los masoveros tuvieron escuela y en algunos casos como en Cantavieja, con edificio propio como el que todavía se conserva en las masías conocidas con el nombre de La Solana. Arturo Daudén: "Evocación, presente y futuro de la masía". Audiovisual presentado en los Segundos Encuentros en el Paraíso, organizados por el periodista Antón Castro. Cantavieja del 29 de septiembre al 4 de octubre de 2004 y Cristina Mallén “La mujer masovera” , comunicación presentada en este mismo coloquio.
v
Existían dos escuelas (aulas) de niñas y dos de niños. Según cuenta la traición habían sido desdobladas gracias a D. Santiago Ariño, ejulvino funcionario del Ministerio de Hacienda, con influencia en la capital de la provincia y a quien se dedicó la calle que va desde la Plaza del Ayuntamiento a la carretera.
YUSTA, Mercedes La guerra de los vencidos. El maquis en el Maestrazgo turolense, 1940-1950. IFC. Zaragoza, 1999. Pág. 154: A mediados de 1947 como táctica en la lucha contra la guerrilla, se procede al desalojo de las masías, situada en la zona afectada por e”el problema del bandolerismo”. No se ha logrado localizar documentación escrita acerca de cómo fue decretada y llevada esta medida en la provincia de Teruel”

vii Domingo Azcón, alcalde y Pablo Temprado, teniente de alcalde, son quienes firman la correspondencia de la época. Muchas de las fichas del padrón están firmadas por Aurora Temprado, hija del teniente de alcalde.
Según el padrón de habitantes de 1938, en un total de 29 masías vivían 164 personas, de las cuales 41 estaban comprendidas entre los 5 y los 14 años. Los habitantes en la villa ascendían a 904 personas, aunque varias familias no figuran o figuran incompletas por hallarse "en zona roja". Fuente: Ayuntamiento de Ejulve.

ix En la escuela del pueblo, ejercían como maestras de niñas Dª Margarita Rivas y Dª María Abril y para las clases de los niños D. Bernabé Blasco y D. Julio Rubio.

x La instauración del Comité con la consiguiente pérdida de la legalidad constitucional republicana acarreó la depuración de los “elementos reaccionarios” lo que acabó en el ajusticiamiento de varias personas, por el simple hecho de ser de derechas y con acusaciones que en algún caso -según la versión de varios vecinos- estaban motivadas en diferencias personales y ajustes de cuentas pendientes de épocas anteriores.
Ejulve fue tomado por los Nacionales a finales de abril de 1938 tras varias semanas de asedio. Entre los combatientes se produjeron varios centenares de muertos durante aquellos días y en los siguientes en que siguió el avance de las tropas franquistas, en jornadas de lluvia y viento, hacia el sur dirección a Montoro y Villarluengo. El frente pasó por el territorio ocupado por las masías que en aquellas fechas se encontraban plenamente habitadas, pues allí se habían ido a refugiar numerosas familias ante los ataques que había sufrido la villa durante las semanas anteriores.

xiiMediado el mes de mayo de 1938 Dª Margarita Rivas, maestra titular de una de las clases de niñas en el momento de estallar la guerra se dirigió al alcalde, Domingo Azcón, para hacerse cargo de la plaza que regentaba “...tan pronto V. crea está la vida ahí en las condiciones de normalidad necesarias para poder yo empezar a ejercer mis funciones como Maestra que soy de ese pueblo”. Pero no será hasta los meses posteriores al inicio del curso 1939-40 cuando vuelvan a ejercer de nuevo, cuatro maestros: Dª Eusebia Morata, Dª Mercedes Bea, D. Bernabé Blasco y D. Manuel Barcelo (¿?). Fuente: Ayuntamiento de Ejulve. Correspondencia, 1938-1939.

xiii Dª Isabel, hija de Paco Sobrevilla y de Consuelo Martín, nació en Toulouse (Francia) donde fueron a vendimiar sus padres. Tras el fallecimiento de su madre, padre e hija regresaron a Ejulve y según nos cuenta “...allí fui al colegio con Dña. Dolores Escuer con ella hice los dos primeros años de bachiller (iba a examinar a Teruel). Al finalizar el año 36, mi padre no tenía trabajo en el pueblo, por lo que tuvimos que desplazarnos a Sabadell, donde vivía una hermana de mi padre, allí terminé el bachillerato en “Escolapios”. En los años 39 o 40 al terminar la guerra, yo tenía ilusión en volver al pueblo, acordándome de mi casa, pues sabía que había sido bombardeada, pero al estar en el suelo, tuvimos que venderla. Un año tuve que ir al campo a segar y a lo que venía”.

xiv Quiero agradecer la amabilidad de Victoria (de Val de Espada), Lina y Cristóbal (de La Solana) quienes, hace ya algunos años, se ofrecieron a explicarme sus experiencias y compartir sus recuerdos sobre la peculiar vivencia escolar que tuvieron de niños.

xv Mosén Adolfo Lecina, cura párroco de Ejulve en los años anteriores a la Guerra Civil y que se incorporó de nuevo a la parroquia tras la finalización del conflicto.




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