Ramón Cabrera |
En
1833 dio comienzo la Primera Guerra Carlista aparentemente por una
cuestión dinástica, pero lo cierto es que existían muchas
contradicciones en aquel contexto de sustitución de una sociedad
tradicional por otra de corte liberal. Nuestro pueblo se
vio afectado por los enfrentamientos y en sus calles e inmediaciones
hubo tiros, muertos, asaltos,... Como en todos los conflictos siempre
hay quien paga los platos rotos y las gentes sencillas de la época,
que ya tenían muchas dificultades para superar el día a día, se
vieron inmersas en un conflicto lleno de peligros y amenazas.
A
lo largo del año 1836 tuvieron lugar en Ejulve diferentes
escaramuzas -algunas muy graves- entre las tropas carlistas e isabelinas. Ante la presencia de los rebeldes -leales al pretendiente D. Carlos- acudían las fuerzas
liberales -defensoras de la reina Dª. Isabel- acantonadas en las plazas de los alrededores, para
evitar su presencia, en un momento en que las fuerzas carlistas,
unificadas bajo el mando del jefe tortosino, D. Ramón Cabrera,
buscaban estabilizar sus conquistas mediante la creación de unas
estructuras político-militares en Cantavieja, donde se estableció su
cuartel general, apoyado por un ejército que rondaba los 4.000
infantes y 200 jinetes.
Brigadier Agustín Nogueras |
Los enfrentamientos más graves en Ejulve se produjeron durante el mes de mayo. Según se desprende de los partes militares de los liberales que resumimos, copiados del Diario Constitucional de Zaragoza, del 18 de mayo de 1836
El
día 2, el militar isabelino D.
José Foxá al tener
conocimiento de las exacciones que los carlistas estaban haciendo en
los pueblos para establecerse en Cantavieja, desde Andorra, se
dirigió hacia Ejulve donde las tropas carlistas del 2º batallón
de Tortosa mantenían sus posiciones. Siendo advertida su
presencia, mando rodear el pueblo por los sargentos Blas
Quijano, Manuel
González y Mateo
Blanco, mientras que él
penetraba en el pueblo, consiguiendo, tras duros enfrentamientos,
echarlos de la villa quedándose con los repuestos de harina, trigo,
cebada, carne, pan, armas y otros utensilios que preparaban para el
fuerte.
Joaquín Quílez |
A
media tarde del día 11 salían las tropas isabelinas de Ejulve hacia
Alcorisa, cuando fueron rodeados por las tropas de Quílez,
Serrador,
Forcadell,
el Organista
y demás sumando en total unos 2.500 a 3.000 infantes con unos 300
caballos, siendo a la salida del pueblo. El número de cristino
ascendía a 280 infantes y 80 caballos. El brigadier Foxá
dispuso que la infantería y 50 caballos se retirasen al pueblo y
los sostuvieran mientras él se dirigía a Alcorisa en busca de
refuerzos. A las 9 de la noche se produjo el ataque llegando los
carlistas hasta la Plaza donde fueron rechazados dejando más de 60
muertos y 50 heridos. Durante la acción la mitad de los oficiales
se batían y la otra mitad se ocupaba de fortificar la iglesia, el
ayuntamiento y casas colindantes. Tras este primer ataque los
carlistas no volvieron a presentarse. Llegados los refuerzos al día
siguiente salieron los cristinos hacia Alcorisa con unas bajas -
muertos, heridos y desaparecidos- que superaban los 60 hombres;
entre los muertos se encontraban 3 oficiales de la Reina.
Tanto
este encuentro como el que se produjo unas semanas más tarde,
demuestran la dificultad que tenían los contendientes para
controlar, de una forma efectiva, las poblaciones y el territorio de
la comarca, llevando a cabo acciones de represión y venganza
extremas contra el enemigo: el 29 de mayo, por
orden del cabecilla carlista Quílez, fueron
fusilados en Ejulve 45 fusileros y oficiales del ejército liberal.
Enfrentamiento en la Primera Guerra Carlista |
Hubo
más enfrentamientos entre liberales y carlistas en nuestro pueblo y
muchos más en el resto del territorio del Maestrazgo, Bajo
Aragón,...: durante los primeros días del mes de junio, el
comandante isabelino de Alcorisa supo que Quílez
se encontraba por los pueblos requisando armas. Salió en su busca y
el día 6 encontró a unos 20 o 25 carlistas en Ejulve. Dio la orden
de ataque con 30 hombres quienes se enfrentaron durante algún
tiempo y regresando "por
cansancio"
a sus filas. Un miembro del ayuntamiento informó al comandante
liberal de lo ocurrido y el escribano le indicó "...que
no le han dejado hacer un registro y que no dejan ir a nadie por
aquella parte del ayuntamiento"
y que de los 23 o 24 que había en el pueblo, sólo se habían
reunido 7 sin que tuviese conocimiento del paradero de los restantes.
Fue hecho prisionero y fusilado un quinto desertor de Bordón y
capturaron, a pesar de no hacerse con el control de la villa, un
caballo, armas, mantas, alforjas, raciones de pan y carne, y
rescataron a un "infeliz"
que
iba a ser fusilado por los carlistas por llevar un oficio a
Montalbán.